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Istvansch - Illustrator, designer and writer.

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Interview by Iris Rivera in Imaginaria (in Spanish)

Istvansch, un autodidacta

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El que quiere entender lee de todo, dice Istvansch. Y, como hacía cuando era chico, busca lo que se ve menos en el estante. Sabe que un lector avanza sin “cartelitos” indicadores. Y que así avanzarás, lector, por sus ideas: acordando, disintiendo, reflexionando. Un lector no acepta que otro piense en su lugar.

Por Iris Rivera - Imagen: Roberto Sotelo - Imaginaria


Istvansch - Imagen: Roberto Sotelo

"El que quiere entender lee de todo", dice Istvansch. Y, como hacía cuando era chico, busca lo que se ve menos en el estante. Sabe que un lector avanza sin "cartelitos" indicadores. Y que así avanzarás, lector, por sus ideas: acordando, disintiendo, reflexionando. Un lector no acepta que otro piense en su lugar.
Istvansch (Istvan Schritter) nació en Madrid en 1968 pero se declara santafesino —de la provincia argentina de Santa Fe (y particularmente de la ciudad de San Jorge)— por adopción. Publicó libros y trabajos en Argentina, México, Francia, España, Suiza y otros países. Fue cinco veces integrante de la Lista de Honor de ALIJA y candidato por Argentina al Premio Hans Christian Andersen en dos oportunidades (2002 y 2004). Como director de la colección "Libros-álbum del Eclipse" ganó el Premio Octogonal de Honor 2004 (Francia). Hizo radio y televisión; es profesor de ilustración de libros para niños en el Posgrado en Artes Visuales Ernesto de la Cárcova. Es fundador y miembro activo del Foro de Ilustradores de Argentina. Es autor de varios libros: El ratón más famoso, Todo el dinero del mundo, Ideas claras de Julito enamorado, Federica aburrida, Quiero ganar este concurso, El hombre más peludo del mundo, Abel regala soles, ¿Has visto?, Fefa es así —en coautoría con María Teresa Andruetto—, Esas no son mis patas —en coautoría con Carla Baredes e Ileana Lotersztain—, y Avión que va, avión que llega —en coautoría con Laura Devetach—, entre muchos otros.

—Se te conoce, Istvansch, como ilustrador de libros para chicos. Pero acá te presentamos como autodidacta…

—Es una original manera que me obliga a cambiar la mirada.

La invitación a que hable desde otro lugar instala mi discurso en uno de mis yoes no tan frecuentados, y es bueno porque me obliga a leerme de otra manera. Todos tenemos una mirada sobre nosotros mismos y quizás no nos demos cuenta hasta qué punto la repetimos.

Generalmente me piden que hable desde mi lugar de ilustrador. Hablar desde ahí se me ha transformado en algo usual y conocido, cosa que no deja de ser legítima y honesta, pero mirarme desde otro costado es un interesante desafío porque también escribo, edito libros de otros escritores e ilustradores, con quienes me comprometo mucho en la lectura de sus proyectos, aportando todo lo que pueda desde mi mirada. Hice televisión coordinando un bloque de arte para niños, solo, sin ayudantes (ni te imaginás todo lo que aprendí), y también hago radio. No tengo representantes. Quiero decir: he aprendido a venderme a mí mismo, en todas las facetas citadas... todo de manera autodidacta, observando, atendiendo, preguntando.

Sí, que me presentes de este modo no sólo abre el panorama de lo que puedo decir y ofrecer, sino que no recorta el campo sobre el que siempre me aventuré, que es mucho más extenso que el hecho de dibujar... aunque todo tenga el mismo punto de partida: dibujar y leer... lo que pasa es que soy consciente de que, como creador y lector, no soy inocente (nadie lo es). El simple hecho de generar una línea con un lápiz es una operación política que actúa sobre mí y los demás. Y me gusta tener toda la conciencia que pueda de esa acción.

Como corolario, la docencia (ejercida también desde un lugar intuitivo), sea a través de las clases, la edición o los medios de comunicación, es lo que me permite seguir aprendiendo y proyectando en el otro aquello que aprendo.

—Hay un personaje de Sartre (1), "el Autodidacto", que se instruye por orden alfabético comenzando la lectura de toda una biblioteca por la letra "A". Cuando aparece en la novela, va por la "L". ¿Qué nos dirías a esto?

—Que no la leí, pero ya me lo agendo...

—¡Qué bien se entendió lo que hace un autodidacta!

—Claro. Lo de Sartre es una idea fabulosa como personaje, pero este Autodidacto, al llegar a la "L", tendría algunas "Hipótesis", pero no "Razones" para sustentarlas...

Yo me formé leyendo y mirando. En casa había bibliotecas con libros en doble fila y yo adoraba descubrir qué se escondía atrás. Tuve excelentes maestros que me incentivaron y fue natural descubrir El Eternauta (2) a la par de El Greco (3), las efemérides en las carteleras escolares en simultáneo con Cien años de soledad (4). Aprendo de lo que se me cruza porque todo puede ser leído, hasta una persona…

-Decís "yo me formé", pero da la sensación de que te seguís formando. No parecés alguien que dé por terminada su formación al llegar a la "Z". Ilustrador, autor de textos, editor, docente. Sos más bien una persona que lee, que da a leer y que se ofrece para ser leído. Hablemos de tu libro La otra lectura (5).

—Soy inquieto y participo en lo que tenga que ver con difundir la ilustración de libros para niños, asunto muy postergado por los investigadores. Como no encontraba casi bibliografía empecé a escribir artículos. Luego pensé en reunirlos en un libro. Reescribí, amplié, incorporé otros temas. Fue un trabajo de cinco años...

—…y allí mostrás que la reflexión sobre libros para chicos, en Argentina, está solo en las revistas especializadas.

—Es así, pero en nuestro país las revistas especializadas no llegan a un público amplio, son editadas con enorme esfuerzo por instituciones que se dedican a la difusión de la literatura infantil. Se hacen pensando principalmente en profesionales afines al campo de estudio y tienen enormes dificultades para comercializarse. Como dice Gerardo Sanz: "el hecho de que la iniciativa surja de una o varias personas no necesariamente pudientes acarrea una dificultad congénita, y es que uno cuando se lo tiene que pagar todo y no es ningún Rockefeller debe, obligatoriamente, dejar de hacer muchas cosas que se entienden, o que se han extendido, como símbolo de calidad. Por ejemplo, utilizar color en las páginas interiores. El lector, como es normal, no tiene por qué saber que cuantos menos ejemplares se tiran de una revista, mayor es su precio de coste. Si a eso le sumamos otras desaveniencias que afectan a la calidad del producto como la anteriormente descrita del color, terminamos con que 'una revista que casi nadie conoce me sale más cara que otra de la que todo el mundo habla y que además cumple con lo que se espera de una revista normal'" (6)

Estos problemas, en nuestro país, hacen que la continuidad no esté garantizada, y una revista cautiva a su público, en gran parte, por una periodicidad prolija (si dice que es mensual, no puede discontinuarse) y es así que las dificultades económicas impiden asumir un compromiso tan simple y obvio.

—Hay varios ejemplos que lamentar…

—Ya lo creo. Fijate el caso de Piedra Libre, publicada hasta hace pocos años por CEDILIJ, en Córdoba, una excelente revista de investigación que empezó siendo mensual y terminó siendo semestral hasta... ¿desaparecer?... no... la intención de los editores es seguir publicándola, pero es muy complicado por las dificultades que deben enfrentar.

Otro caso, Punto de partida, los inversores no fueron conscientes del valor de lo que tenían entre manos y se desinteresaron aún cuando se vendía muy bien, dejando huérfana una riquísima red de suscriptores.

—¿Qué otras cuestiones para pensar ofrecen las revistas que en nuestro país se dedican a estos temas? Estábamos diciendo que la reflexión sobre libros para chicos aparece, en soporte papel, casi exclusivamente en ellas.

—En las revistas, otro tema es el del diseño, tanto de arte como de marketing, los estereotipos. Las estéticas predigeridas están tan instaladas, que no se trabaja para vender inteligencia y enfrentar la posición facilista a la que el público está acostumbrado.

¿Por qué esa resistencia a desafiar al lector? La inteligencia vende.

—Creo que estás hablando de otras realidades que conocés.

—En Francia, revistas como Dadá (7), vende, y mucho, a partir de una frase promocional increíble (acá en Argentina). La frase dice: "Sin publicidad, para favorecer la reflexión y el espíritu crítico". Y la revista propone un diseño espectacular, juegos, cuentos y demás, todo a partir de obras de arte. Otras, como D.Lire (8) (anagrama de la expresión "para leer" y la palabra "delirio") o J'aime lire (9) (Amo leer), desde sus mismos títulos venden millones de ejemplares proponiendo lecturas, clásicos adaptados en historietas, y mucha crítica bibliográfica de libros, cine, discos..., como "apertura a la actividad cultural entre los 7 y los 10 años". Te juro que lo comparo con las flacas y temerosas revistas argentinas y me dan ganas de llorar...

—Estás sugiriendo la belleza y la variedad como cuestiones que debería contemplar el mercado…

—Claro. La belleza de las estéticas variadas vende.

Dadá es, para mí, un ejemplo cumbre de revista para chicos inteligente y bella. Pero no es la única, en Cataluña, una revista como Tretzevents (10) basa su imagen y su marketing en estéticas de excelentes ilustradores que no son en absoluto condescendientes con sus lectores. Un hombre con sombrero (11), del argentino Gustavo Roldán (h), publicado aquí en forma de libro por Pequeño Editor, es una osada y surrealista tira, llena de poesía, que sale hace años, mensualmente, en esta revista.

¿Qué mejor combinación para profundizar y generar reflexión en padres y docentes? Sigo con ganas de llorar ¿es tan difícil entender que apostar a la inteligencia y a la belleza educa la mirada, lleva a la búsqueda, hace rechazar los estereotipos?

—Vamos por más ejemplos, entonces.

—En España, revistas como Cavall Fort (12) y El Tatano (13) tienen al menos una página destinada a reseñas bibliográficas de libros para niños, dirigida a los mismos niños. Mientras tanto, La Revista dels Súpers (14) o ¡Dibus! (15), planteadas desde una perspectiva más estereotipada, con fotos de actorcitos de moda o personajes Disney, no dejan de tener muchísimas notas bibliográficas de libros infantiles y juveniles. Finalmente Protagonistes Ja! Perspectives de la Infància i de l' adolescència (16), recupera ese universo de las revistas, libros, discos y películas destinadas a los más chicos, en una revista visualmente fuerte dirigida a padres y maestros.

Si a ese modelo le sumás un espacio para recomendar los libros de los mismos autores que dan la estética a la revista, autores que tantas veces son publicados por la misma editorial, tenés todo un marketing cerrado desde una conciencia auténtica de difusión de la literatura infantil.

Sumale a esto que uno de los mayores puntos de venta de los libros para niños en Francia y España son los museos. El combo se agranda, se perfecciona, se hace aún más interesante.

Sumale más. Para una buena estrategia de marketing no podés sólo promocionar lo que publicás vos mismo, tenés que promocionar lo de los demás para dar crédito y verosimilitud a tu propia producción. Aunque seas una editorial que no quiere promocionar productos de empresas equivalentes, tenés que promocionar productos de empresas de menor tamaño, que son las que generalmente producen las cosas más interesantes.

Esta iniciativa, multiplicada, lleva a que cada revista recomienda al menos un fragmento del todo. Todos ganan. Desde las propias revistas, los autores, los libros... hasta las revistas especializadas que, también citadas, suman a su lector natural —el "especialista en literatura infantil"—, a los lectores-padres y lectores-docentes de las revistas masivas.

—...y todo eso está en las bibliotecas.

—Mirá, para agregar apenas un datito más: pregunté en una gran biblioteca especializada en publicaciones para niños, en Barcelona (donde la hemeroteca ocupaba toda una pared) cómo podía ubicar otras bibliotecas similares. Me dieron un mapa "bibliotecológico infantil" de la ciudad.

—Pero en Argentina…

—En Argentina, en los últimos años, empezó tímidamente a haber un poco de movimiento de recomendación bibliográfica en revistas masivas (como La Valijita Billiken o Jardín de Genios), al incorporar un suplemento para padres. Pero la apuesta tendría que completarse dirigiéndose también a los chicos.

Y en este punto quiero salir al cruce de temores frente a las competencias de lectura de los más chiquitos, sostengo que hay que actualizar la conciencia de quién es el interlocutor.

Hablando de leer imágenes, fijate cómo promocionan las revistas masivas nacionales una colección sobre temas básicos del Jardín: una foto publicitaria nos muestra a una familia en donde los niños, de unos siete u ocho años, señalan un cuadrado como si lo vieran por primera vez. ¡¿Qué imagen tienen los editores de la infancia?! ¿A quién se están dirigiendo?... Perdón ¿no?... pero esos chicos, después de la sesión fotográfica se fueron a chatear en un ciber ¿y a mí quién me quieren convencer de que nunca habían visto un cuadrado?

A los chicos hay que mostrarles que los libros son tan atractivos, cautivantes, sorprendentes como el cine, la TV, los jueguitos de la compu. En ese camino no pueden desdeñarse las reseñas bibliográficas, un género que manejado con estética publicitaria es perfecto para ser leído por ellos, y guiarlos al anaquel (17).

Un ejemplo nacional de aproximación de un discurso "otro" al público infantil lo constituye una editorial como Iamiqué: encontraron el lenguaje para poner la ciencia al alcance de los niños con mucha profundidad, bello impacto visual y enorme éxito (18). Repito, el lector no es inocente y menos el lector niño, lo que éste desea es descubrir el mundo. A los chicos hay que darles todo, sin asustarse de que no entiendan y se planteen interrogantes. Ya lo dije infinidad de veces pero vale repetirlo: la buena lectura es la que genera preguntas, no la que da respuestas predigeridas.

—Así uno no termina nunca de aprender porque nunca termina de hacerse preguntas. Y ¿qué le harías notar a un docente que, autodidacta preguntero como vos, desea acercar buenos libros ilustrados a sus alumnos?

—No hay secretos a la hora de querer poner un buen libro en la mano de un chico: se trata de leer. El adulto que quiere elegir, lee de todo y decide por la propia lectura. Si se equivoca, aprende el valor de que, lo que le gusta a él, puede no gustarle al otro, que en este caso es el niño, o sea, su par en el acto de la lectura, y conversa con él los porqués de esas lecturas múltiples.

Hay que leer confiando en la mirada infantil. La que tenga el destinatario niño, pero también a la mirada infantil que el adulto conserva... Mientras chusmeábamos antes de empezar el reportaje, en un momento se dijo que sería mejor hablar de "mediadores", en vez de decir "adultos", porque el término "mediador" designa a todo adulto relacionado con el niño a la hora de leer… ¿Sí? ¿Será así? Habría que investigar la palabra mediador, revisarla un poco y, por ejemplo, aplicarla también al revés, cuando es el niño el que enseña a leer al adulto. Gracias a la impunidad propia de la infancia, el espacio de poder que tiene el niño lo ubica en un lugar de mediador atento a lecturas frescas que al adulto quizás se le pierdan.

—Está bueno eso. No importa la edad del mediador, sino el hecho de que es una persona y está "en el medio", entre otra persona y los libros.

—Muchas veces convendría que el adulto fuera el que se relaje y se ponga en el lugar de aprendiz.

—¡Si sabrán de eso los auténticos docentes!

—¡Exactamente! Y hablando de edades, hay una pregunta que ha entrado en el inconsciente colectivo de una manera que me apabulla, como si fuera algo lógico de preguntar: "¿Para qué edad es este libro?". Con un minuto de reflexión cualquiera se da cuenta que esa pregunta es un disparate.

—...inducido por los cartelitos que los libros suelen llevar en la contratapa.

—Hay chicos de Jardín que piensan más claro que sus abuelos, adolescentes aún en la infancia, otros que son adultos en cuerpo de púber…; con esa innegable realidad es imposible encorsetar la lectura. Si, para elegir un libro, me guío por un cartelito que dice "desde 6 años", ¿no le ofrezco ese libro al de cuatro?, ¿por ceñirnos a un cartelito vamos a perder un lector? Una abuela me dijo una vez: "reservo este cuento para cuando mi nieto aprenda a leer". ¡Con ese criterio ese chico nunca va a acceder a un libro! ¡Cuando aprenda a leer quizás quiera otra cosa! El libro debe estar al lado del sonajero. Que se rompa, se mastique, se babee: el bebé tiene que comer libros, y libros de papel, o de cartón, no de plástico, porque el libro es un objeto deteriorable, y es bueno que la persona aprenda de qué se trata ese objeto desde la cuna.

—Hablás con mucha pasión. ¿Hablás de apasionarse?

—Así es. De hacer del libro un regalo frecuente, de usar las bibliotecas públicas, de mostrar la pasión, no hay nada más cautivante para un chico que ver a sus papás, abuelos, tíos, docentes, entusiasmados. Que funcione el deseo. Hacer desear lo que me gusta y desear lo que le gusta al chico. Hablo de liberar al niño que tenés adentro: ¡hay que pelearse por los juguetes! ¡Eso es pasión! ...y, como muchos juegos, si esa pasión se establece también en torno a los libros, desemboca en compartir. Todos saldrán ganando y saldrán lectores. Lectores críticos que querrán elegir sin guiarse por cartelitos. Leer con pasión es también no desdeñar ninguno de los discursos que ofrece el libro porque el libro es todo entero: texto, imagen, diseño. "Elegir un buen libro ilustrado" es lo mismo que "elegir un buen libro".

—Muchos adultos seleccionan, decís en La otra lectura, con "mirada rápida". ¿Qué no ve esa mirada?

—El objeto como un todo, porque nuestra cultura es "letrada" y damos más importancia al discurso de la letra. Pero el sentido de la obra está en la conjunción de todos los lenguajes. ¿Se puede entender una película sin el sonido?

Louis Aragon empieza su libro Los colages (19) con una cita muy pertinente para este caso "Escribir y pintar, una sola palabra designaba una y otra cosa en el antiguo Egipto (...) No sabemos prácticamente nada del divorcio que se ha establecido entre la representación de las cosas y el nombre que llevan. Como, y lo consideramos generalmente un progreso, en la escritura es la abstracción quien ha vencido".

Los libros ilustrados, y sobre todo los libros-álbum (donde leer la palabra sin leer la ilustración, y viceversa, vuelve incomprensible el relato) generan una mirada atenta sobre todos los discursos. Una vez, en un curso, una docente me dijo: "Pero... ¿éste es el mismo libro que yo estaba viendo? Yo nunca había visto todo lo que había para ver". En un taller de la ilustradora argentina Mónica Weiss, dada la consigna de narrar un libro ilustrado, todos atribuían al texto datos que no estaban ahí, sino en las ilustraciones.

—En La otra lectura acordás con Edén, un editor alternativo, cuando dice "el público tiende a buscar lo fácil y, cuando algo le gusta, quiere más. Los editores comerciales se dedican a explotar esa inclinación" (20). ¿Cómo nos afecta, a adultos y niños, este mercado que ofrece más de lo mismo?

—Los estereotipos no siempre son malos. Ayudan a afirmar la identidad y la cohesión de grupo. Simplificar ayuda a hacer asimilable el entorno, a comprenderlo, a tener de dónde asirse. Pero si ocupan todo el espacio, tapan el resto de las expresiones. Si sólo consumís un tipo de textos, un tipo de ilustraciones, te perdés el resto del mundo. Te puede gustar Disney (a mí me gustan muchas cosas de Disney), pero como consecuencia de conocer lo que hay más allá de esa estética. El mercado da más de lo mismo porque le importan las ventas, no la educación, eso lo define —sino no sería masivo—. Por eso es función de los buenos editores ofrecer alternativas, y tarea de adultos no dejarse engañar: lo masivo es sólo lo que más nos muestran.

—Antes defendiste que esta postura, además, puede ser incluso más rentable…

—Es que los auténticos productos rentables, incluso los que ahora son masivos, nacieron de una idea original y única. La estereotipación de las cosas siempre viene a la cola. El verdadero éxito de un negocio (y podríamos decir: el verdadero "arte" de un negocio) es meterse en la grieta que nadie había descubierto... no fue repetición sino apasionada osadía lo que llevó a Paul Faucher a crear los "Albums du Père Castor" (21) o a Dorling y Kindersley a publicar sus primeros libros (22).

Está bien, yo sé que soy un romántico, no estoy diciendo que sea simple, y menos en un país marginal como este, en donde es fácil sucumbir ante la falta total de apoyo estatal al negocio editorial, la incertidumbre política constante, o una crisis económica repentina como las que a todos nos ha tocado vivir alguna vez... peeeero... si vamos a casos autóctonos, María Elena Walsh no fue éxito por plegarse a la alicaída literatura infantil de la década del '50, sino por persistir en su renovación de lo establecido entonces. Otro tanto se puede decir de los "Libros del Quirquincho" y de la colección "El Pajarito Remendado" de Ediciones Colihue, en los comienzos de la democracia en los años '80 o, ya que hablábamos de revistas, ahí está el caso de Humi (23).

Es cierto: quien descubre la grieta, la abre en la misma operación, y después sacan provecho un montón de advenedizos con ideas similares que también lucran y ganan con la repetición, pero recién ahí es donde la mediocridad aparece. La cosa consistiría en estar atentos, como lectores (del producto y de la realidad), al momento en que el mercado ofrece originalidad y también cuando se desbarranca en simple capitalismo oportunista.

Vuelvo a lo que yo hacía de chico: "lo de la primera fila ya lo vi... ¿A ver qué hay atrás? ¿Y debajo? ¿Y en el estante más alto? ¿Y puesto de lomo?"

Una mirada abierta, que no desdeñe nada, implica aprender aún de lo masivo. Puede llegar a ser muy rico descubrir, por ejemplo, las buenas y las malas manos que ilustran al ratón Mickey, detectar cómo evoluciona con el tiempo y a través de los distintos ilustradores que copian la licencia, pero eso no se consigue si lo único que uno vio a lo largo de toda la vida, es Disney. No ir más allá acorta la mirada, la hace parcial y la termina atrofiando, entonces llega el momento en que se rechaza una estética, simple y lamentablemente, por ignorancia. El honor de haber descubierto a Kandinsky y a Matisse en mi infancia quizás haya sido lo que me hace disfrutar tanto, por ejemplo, de las ilustraciones de Roberto Cubillas y de Eleonora Arroyo...

—Bueno… preguntar si la imagen puede multiplicar la lectura de un texto parece, a esta altura, una obviedad. ¿Lo es?

—¿Parece una obviedad? Es una alegría escucharlo. Debería ser obvio, pero hay quienes todavía piensan que las ilustraciones son subsidiarias del texto, más en los libros para chicos. Cuesta hacer ver que, por parte del ilustrador, es honestidad intelectual y profesional el hecho de agrandar, multiplicar, expandir la lectura a través de las ilustraciones. Lo es porque, si un texto inspira eso, significa que no pasó desapercibido.

Un ilustrador es lector dilecto de lo que va a ilustrar y, como todo lector, tal vez encuentre sentidos que el escritor no vio en su texto. ¡Cuántas veces el ilustrador encuentra incluso errores en textos ya aprobados por editores y correctores!

Como ilustrar es traducir un lenguaje de palabras a otro de formas y color, el buen ilustrador debe leer y releer para poder trabajar. Lo bueno es que ahora nos sentimos más escuchados que cuando era normal que te dijeran "este texto ya está aprobado, no te metas en la parte literaria". Otra cosa antes rara y ahora usual es la construcción del libro en conjunto. Antes ni conocías al autor del texto, ahora escritor e ilustrador llegan a unirse para un proyecto. Debaten una obra integral, y reescriben y redibujan, se escuchan.

—Según tu mirada, el libro pasa a ser el lugar donde entran y salen las voces de varios autores: el escritor (autor del texto), el ilustrador (autor de las ilustraciones), el lector (autor de su propia y peculiar lectura)… Esta es una idea muy interesante ¿podrías desarrollarla un poco más?

—Claro. En Esto no es un libro, Eliseo Verón (24) dice que "Lo esencial es que todos estos aspectos espaciales y temporales que definen la relación entre el objeto-libro y el lector se articulan en la individualidad del que lee (...) la lectura se transforma, de manera irreversible, en un proceso individual de apropiación de sentido (...) si el libro, como la fotografía, tiene una particular importancia en nuestra modernidad, es porque la lectura, irremediablemente, es una aventura individual".

Es común que escritor/autor se entiendan como sinónimos pero, hablando de lo obvio, todo el que "hace algo" es autor de eso. En los libros hay un autor de lo escrito, un autor de lo ilustrado y un autor de lo leído. Y agreguemos al diseñador como autor del proyecto gráfico. El entrecruzamiento es lo interesante de las entradas y salidas de voces de varios autores. Fijate que escritor e ilustrador son autores cada uno, además, de la lectura de lo hecho por el otro y de lo hecho por ellos mismos.

—Esto de "autor de la lectura" es para quedarse pensando. Vos sos autor de estas respuestas, yo soy autora de estas preguntas… y ambos hablamos frente a cada autor de cada lectura de esta entrevista.

—¡¿Verdad que es apasionante?! En La otra lectura lo que digo es que cada quién lee sin plantearse si el "autor" está de acuerdo en el sentido que encuentra a lo que lee…

—Ya somos tantos los autores que la palabra "autor" hay que ponerla entre comillas…

—Es que, a partir de la generalización de la lectura en silencio (antes, en el medioevo —por poner una época paradigmática—, la lectura era siempre en voz alta) ésta es una práctica libre por antonomasia.

¿Qué lector piensa si el "autor" estará de acuerdo con el sentido que él encuentra en lo que lee? ¿Hay práctica más libre que la lectura en silencio? El tema con los ilustradores es que nuestra lectura es "en voz alta". Quiero decir que queda impresa en el mismo soporte que el texto que llegará a todos.

—El pintor y teórico argentino Luis Felipe Noé sostiene en su libro Antiestética (25) que lo que a él le interesa en una obra es "que sea el resultado de una búsqueda". "Cuando el público me dice que es una lástima lo que estoy haciendo, que lo que realmente vale es lo que hice antes (…) mi obra se vuelve en contra de mí". ¿Hasta qué punto coincidís con él?

—Coincido, aunque sin ser tan tirano conmigo mismo. Hay que asumir que todo es fluctuante y que si fuera eternamente parejo sería aburridísimo. Uno siempre está buscando, el artista está queriendo ser reconocido; se crea para mostrarse y agradar, no se crea para ocultar. Incluso aquel artista que pretende crear sólo para sí y para su propia contemplación, lo que está buscando es que alguien, alguna vez, lo descubra. O sea que está haciendo para mostrar a ese posible, dilecto, privilegiado espectador.

Entonces esa búsqueda es en pos de lo original, de lo que no se haya visto. El artista es narcisista aunque sea una persona de perfil bajísimo.

Por eso no es algo agradable que te digan que lo que hiciste antes era mejor. Pero hay que saber asumir que, si uno da lo mejor del momento (que quizás pueda no ser lo mejor de tu carrera, pero es lo mejor que se pudo en ese momento), uno es honesto. Honestidad es lo mejor que se puede dar al otro, porque implica la certeza de que, si uno no estuvo a la altura de lo anterior, será parte de un proceso en donde, después de la curva descendente, se empezará a subir de nuevo.

Un buen lector entiende estas cosas. Como autor de su lectura, muchas veces le pasa que debe recomenzar a leer un libro porque se dio cuenta que no entendió nada, que estaba disperso, que el momento para leer eso era otro (...incluso podríamos decir que en el momento de leer eso él era otro...). Lo maravilloso de la lectura y del arte en general es que son cosas vivas y de una paciencia infinita, intrínseca; te permiten entrar y salir una y mil veces sin reclamarte nada (o mejor dicho, te reclaman en el momento exacto en que notan tu compromiso).

—Decilo de nuevo.

—Lo maravilloso de la lectura y del arte es que son cosas vivas y de una paciencia infinita…

—Para quedar pensando. Lugares donde la vida y la paciencia van juntas…
Una pregunta más: soy lectora adulta de libros para chicos… ¿me ayudás a leer?

—Leé como un chico, permitite jugar. Leé y mirá los libros para niños como libros para todos. De muy diversas maneras me han preguntado: "¿Porqué no hay libros para niños… para adultos?" Historietas al margen, hay montones de libros ilustrados que no tienen edad, los libros de Anthony Browne, de Isol, de Gustavo Roldán (h), son distintos según la edad en que los leas. ¿Para qué edad es una joyita como Noche de tormenta, de Michèle Lemieux (26)? Mirá las ilustraciones, detenete en los detalles como recorriendo una pinacoteca. PortadaHacelo con tus padres, hijos, nietos, alumnos. Hace muy poquito publiqué un nuevo libro que se llama ¿Has visto? (27), y cada vez que lo presento me pone en esa posición activa y fascinante. Es muy pop. Se trata de ver cosas adentro de colores y cuando los lectores descubren el juego empiezan a gritar tooooodo lo que ven, incluso se entusiasman superponiendo objetos a las páginas de colores equivalentes. El placer que se siente cuando uno se compromete activamente con la lectura es inigualable.

Me pedías que te ayudara a leer. Bueno, mi ayuda es decirte: escuchá y hacete escuchar. Perdete, dejate llevar. Esa superficie que estás mirando, leyendo, tiene volumen y atmósfera, y espera que te zambullas.


Notas
(1) Sartre, Jean Paul. La náusea. Buenos Aires, Editorial Losada, 1947. Colección Biblioteca clásica y contemporánea.
(2) Oesterheld, Héctor Germán (guión) y Solano López, Francisco (ilustraciones). El Eternauta. Buenos Aires, Editorial Récord, 1998.
(3) El Greco (Doménikos Theotokópoulos, 1541-1614) Pintor manierista español de origen griego, de estilo personalísimo, caracterizado por la ambigüedad espacial y el alargamiento de las figuras.
(4) García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1967.
(5)) Schritter, Istvan. La otra lectura. Las ilustraciones en los libros para niños. Buenos Aires, Lugar Editorial / Universidad Nacional del Litoral, 2005.
(6) Sanz, Gerardo. "La autoedición". En Revista i Nº 1. Valencia, Federación de Asociaciones de Ilustradores Profesionales, enero de 2000; pag. 8.
(7) Revista Dadá. Mouans-Sartoux (Francia), PEMF. www.pemf.fr.
(8) Revista D.Lire. Paris, Bayard Presse. www.bayardpresse.com.
(9) Revista J' aime lire. Paris, Bayard Presse. www.jaimelire.com.
(10) Revista Tretzevents. Barcelona, Publicacions de l' Aadia de Monserrat. www.pamsa.com.
(11) Roldán, Gustavo (h). Un hombre con sombrero. Buenos Aires, Pequeño Editor, 2005. Colección Cuadriños.
(12) Revista Cavall Fort. Barcelona, Secretariat catequetics de Girona, Vic y Solsona.
(13) Revista El Tatano. Para niños pequeñitos que tiene una página entera de recomendaciones bibliográficas, empezó saliendo como suplemento de Cavall Fort y terminó independizádose gracias al éxito obtenido.
(14) Revista La Revista dels Súpers. Barcelona, La Vanguardia.
(15) Revista ¡Dibus!. Barcelona, Norma Editorial.
(16) Revista Protagonistes Ja! Perspectives de la Infància i de l'adolescència. Barcelona, Associació Diomira.
(17) Nota de Imaginaria: La revista argentina Compinches — una publicación de distribución gratuita en distintos lugares de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano (Jardines de Infantes, colegios, centros pediátricos, museos, teatros, centros culturales, talleres comercios, librerías, etc)—, cuenta con una sección de recomendaciones bibliográficas dirigida a los niños tal como la propone Istvansch. La selección y las reseñas, que en ocasiones presentan varios libros agrupados dentro de una misma temática, están a cargo de Carlos Silveyra.
(18) La colección "Ciencia del 1 al 10" de Iamiqué es un claro ejemplo que recomiendo vivamente. Partiendo del típico libro "de números" para niños pequeños, se postulan macizos, entretenidos y curiosos párrafos de conocimientos científicos, apuntalados por una estética modernísima que sabe combinar fotos, dibujo y proyecto gráfico con enorme astucia.
(19) Aragon, Louis. Los colages. Madrid, Editorial Síntesis, 2001; pag. 11.
(20) Sanz, Gerardo. "La autoedición". En Revista i Nº 1. Valencia, Federación de Asociaciones de Ilustradores Profesionales, enero de 2000; pag. 11.
(21) "En 1931 aparecieron (...) dos libritos flaquitos y sin ostentación, pero que iban a acarrear una profunda revolución en la edición francesa (...) En esos libros de imágenes, Paul Faucher busca reaccionar contra el falso maravilloso y la estupidez que campeaban en muchos libros de la época." Soriano, Marc. La literatura para niños y jóvenes: Guía de exploración de sus grandes temas. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1995; pags. 544-545.
(22) Con un pequeño capital inicial, Peter Kindersley y Christopher Dorling fundaron la editorial Dorling Kindersley en 1974 y revolucionaron los libros de información durante la década siguiente "(...) hoy sus libros son considerados el standard por el cual evaluar a los demás libros que, rápidamente, comenzaron a copiar el modelo. Imágenes fotográficas sin fondo, ni sombras, sobre papel glasé blanco, circundadas por breves textos en tres puntos distintos para señalar su grado de especificidad, pueblan las diseñadas dobles páginas en las que eventualmente aparecen ilustraciones." Silva Díaz, María Cecilia. "Transiciones y la maravilla del viejo gusto". En: 5º Congreso Internacional de Literatura Infantil y Juvenil. "Lectores para el Tercer Milenio". Villa Giardino (Córdoba, Argentina), CEDILIJ, 1997; pag. 68.
(23) Nota de Imaginaria: Istvansch se está refiriendo a la editorial Libros del Quirquincho, cuya dirección editorial estuvo coordinada por la escritora Graciela Montes, desde su fundación en 1986 hasta 1992. También cabe destacar que la colección "El Pajarito Remendado" de Ediciones Colihue, fue dirigida por los escritores Laura Devetach y Gustavo Roldán; y la revista Humi, publicación para niños de Ediciones de la Urraca, circuló en Argentina entre 1982 y 1984 (Primera época, 39 números publicados ) y en 1991 (Segunda época, 7 números publicados).
(24) Verón, Eliseo. Esto no es un libro. Barcelona, Editorial Gedisa, 1999; pag. 26.
(25) Noé, Luis Felipe. Antiestética. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1988
(26) Lemieux, Michèle. Noche de tormenta. Ilustraciones de la autora. Traducción de Lorenzo Rodríguez López. Salamanca, Lóguez Ediciones, 2000. Nota de Imaginaria: en la sección "Reseñas de libros" se encuentra un comentario sobre este libro realizado por Marcela Carranza, aquí.
(27) Istvansch. ¿Has visto? Buenos Aires/Barcelona, Ediciones del Eclipse, 2006. Con este libro y Federico, de Leo Arias, se inicia una nueva colección, "Pequeños del Eclipse". Este proyecto procura publicar libros de cartón para primera infancia, contradiciendo el generalizado prejuicio de que este tipo de libros debe ser obvio y conductista.

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