Texto completo de la entrevista de Martin Salisbury (titular del Master Programme in Children's Book Illustration at Anglia Ruskin University) para el libro Play Pen. New Children's Book Illustration, editado por Laurence King Publishing Ltd.
Martin Salisbury: Entiendo que eres autodidacta. ¿No has deseado estudiar en escuelas de arte?
Istvansch: Siempre me gustó estudiar e investigar por mi cuenta, soy muy disciplinado y obsesivo para ello y creo que no hubiera preferido estudiar en una escuela aunque hubiera tenido la oportunidad; pero la razón principal de ser autodidacta es que en Argentina, hasta hace muy pocos años, no había posibilidad de estudiar de ilustrador en ningún lado. Es por eso que la enorme mayoría de los ilustradores argentinos somos autodidactas.
Hace apenas cinco años se abrió la especialización en ilustración editorial en la escuela de Arte Martín Malharro, en Mar del Plata (una ciudad a unos 500 km. de Buenos Aires) y, porque me encanta la docencia, yo me ocupé de abrir el primer Seminario de Ilustración de Libros para niños en una Universidad (el Instituto Universitario Nacional de Arte de Buenos Aires, Posgrado en Artes Visuales Ernesto de la Cárcova). Estos dos espacios y algunos pocos talleres privados son la única posibilidad de estudio que existe hoy en Argentina, y son espacios abiertos hace no más de cinco años. Si bien el interés y la valoración por la ilustración en mi país ha crecido mucho en los últimos tiempos notarás que no hay aún una carrera específica de Ilustración.
Vale aclarar en este punto que todos estos logros de reconocimiento se debieron a la completa autogestión de los propios ilustradores, pues pese a que es un país en donde históricamente abundan ejemplos de excelencia, te asombrarías lo subvalorada y marginal que fue –y, para muchos, sigue siendo–, la ilustración.
(Nota: a este respecto tengo escrito un artículo que fue publicado en Francia, si lees francés podrás encontrarlo en http://www.ricochet-jeunes.org/rech.asp?id=74 o también www.ricochet-jeunes.org > recherche > les articles critiques > Amerique Latine)
Martin Salisbury: ¿Trabajas con materiales tradicionales o tambipen usas la computadora como herramienta?
Istvansch: Nunca uso la computadora más que para escribir o escanear los originales papel como mecanismo de registro. Si bien tengo libros dibujados con materiales más usuales, la gran mayoría están hechos con mi material de trabajo favorito, que es el recorte de papel. Libros como Ideas claras de Julito enamorado, Todo el dinero del mundo, Abel regala soles, Federica aburrida o Des ronds et des carrés (por citar sólo unos pocos) estan hechos íntegramente con papeles recortados, hasta el más milimétrico circulito, hasta la ínfima pupila de un pequeño ojo es un papelito. Los recorto con una tijera común de costurera (y no con tijeritas de gnomo como muchas veces los lectores suponen), y también con cuter. Pego con cola sólida los papeles grandes y con líquida los diminutos, ayudándoe con una pinza de depilar o con la punta de un compás (a veces los papeles son tan pequeños que la sola punción de la aguja del compás es suficiente para despositarlos sobre la gotita de pegamento).
Trato de no usar regla ni compás para marcar o cortar, pues de esa manera, la línea que define el corte no es tan perfecta como parece y eso hace ganar calidez al conjunto.
Me encanta desafiarme a lograr recortes pequeños y prolijos hasta lo increíble. Hay dibujos que, desde la base hasta el último detalle, llegan a sumar veinte o veinticinco capas de papel. Incluso los contornos y las líneas son papeles. Puedes verlo en las buenas reproducciones, en donde quedan reproducidas las sombras que un papel proyecta sobre el otro.
Martin Salisbury: Sé que has hecho murales. ¿Cómo te has sentido trabajando en escalas estremas?
Istvansch: Sí, he trabajado en tamaños gigantescos en la Universidad Pedagógica Nacional de México y en la Feria del Libro Infantil de Buenos Aires.
En México el mural más grande tiene 7 x 5 metros y el más pequeño 3 x 1,5. Están trabajados con recortes de telas, pegados sobre tela, y son plegables (fueron hechos para decorar el enorme patio exterior de la Universidad en ocasión de los festejos del Día del Niño, después se retiraron y quedaron en la Biblioteca Infantil).
En Argentina trabajé con recorte de papeles y cartulinas sobre las paredes de Corlok del Stand de la Asociación de Libro Infantil y Juvenil de Argentina (Sección Argentina de IBBY). También hice pequeños murales en San Jorge (mi pueblo de infancia) y en algunas escuelas del interior del país.
Me sentí tan cómodo trabajando en escalas gigantescas como cuando lo hago en escalas milimétricas. El desafío fue el mismo en cuanto a lograr espacios de detalle meticuloso, y distinto en el punto en que la perspetiva visual que uno tiene, atenta contra la visión de proporción de lo dibujado; los murales de México, por ejemplo, los trabajé descalzo en el piso, corriendo por sobre las telas para procurarme la visión de conjunto.
También creé los diseños para los grandes murales del Museo de los Niños/Abasto, de Buenos Aires, pero en ese caso hice los dibujos en escala menor (los originales tienen un promedio de 50 x 70 cm… no dejan de ser grandes para mi técnica) y fueron artesanos especializados los que replicaron mis dibujos en escala gigante, en madera.
Martin Salisbury: También trabajas como profesor para alumnos post-graduados ¿te gusta la tarea docente? ¿influencia esta tarea a tu trabajo?
Istvansch: (Introduzco el panorama porque es muy distinto al europeo) Debo decirte que antes nadie atendía a la ilustración (no es una metáfora: nadie lo hacía), los críticos de literatura infantil en Argentina tradicionalmente vienen del campo de las Letras y no incluían en sus escritos más que alguna que otra palabra apreciativa del tipo “las ilustraciones acompañan bien al texto” o cosas así de tangenciales y sin especificidad.
Hace apenas unos diez años, a este arte lo estábamos investigando –desde la reflexión a partir de la propia práctica creativa y el estudio autogestionado–, solamente Liliana Menéndez en Córdoba, y yo, acá, en Buenos Aires.
Para mí es un honor haber abierto caminos como el Seminario de la Cárcova, la escritura de artículos para revistas especializadas o mi libro La otra lectura. Las ilustraciones en los libros para niños, que es el primero teórico sobre el tema que se ha editado en el país (salió en noviembre de 2005, coeditado por Lugar Editorial y la Universidad Nacional del Litoral).
Hace pocos años que críticas como Marcela Carranza o Cecilia Bajour (desde el Postítulo de Literatura Infantil, de CEPA), empezaron a especializarse en el campo de los picture-books. Y es un placer ver como voces nuevas y comprometidas van a apareciendo en los últimos años, como Mónica Weiss en Buenos Aires, la gente del PROPALE y el CEDILIJ, en Córdoba, o la UNL en Santa Fe.
(Ahora sí contesto concretamente tu pregunta)
Enseñar es otra de mis grandes pasiones. Por lo que te decía antes, en realidad, mis alumnos no son post-graduados sino que vienen con un camino autogestionado en el campo de la ilustración, a lo sumo pueden haber estudiado Bellas Artes o Diseño Gráfico (carreras en las que por más que parezca increíble ni siquiera se habla de los libros infantiles).
La influencia que tiene la enseñanza en mi labor creativa es muy importante, porque si bien siempre me comprometí mucho con la creación de mis ilustraciones y su funcionamiento en la estructura general del libro, el hecho de estar enseñando me hace tener más conciencia de como se construye esa lectura interna dentro del cuerpo-libro. Incluso hay otro hecho muy original que influye pedagógicamente en mí y en muchísimos ilustadores: desde la creación del Foro de Ilustradores/Argentina, los ilustradores estamos habituados a compartir con horizontalidad nuestro quehacer cotidiano, entonces es muy usual mostrarse los originales y compartir opiniones, y esto se da tanto con los pares con un montón de libros publicados, como con alumnos totalmente nobeles. Y se aprende mucho al descubrir la mirada de los demás, encima cuando esa mirada es tan diversa.
Martin Salisbury: ¿Quieres agregar algo más respecto de tu quehacer en el mundo de los libros para niños?
Istvansch: Hay una cosa más que quier contarte y que es otro hecho fundacional que me tiene como protagonista. Se trata de mi labor como editor de la colección de picture-books “Libros-álbum del Eclipse” (podrás verla en www.deleclipse.com). Es que nunca antes un ilustrador había dirigido una colección de libros infantiles en Argentina y así como en un libro de mi autoría apunto a que el lector se zambulla y descubra la estructura que creé al modo de cuerpo, lo mismo hice con esta colección, por eso la siento una creación, una obra que se abre a obras de otros artistas... como una performance en donde mi función es coordinar que el deseo de los artistas haga cuerpo. Lo bueno es que esta innovación ha tenido excelente acogida de la crítica y el público, y numerosos premios aquí y en el exterior.
Resulta que en Argentina no existían colecciones asi, todas tenían formato y diseño preestablecidos, con la ilustración subsidiaria del texto. Yo me propuse no repetir esos modelos y respetar el deseo del autor en cuanto a todos los aspectos creativos, entonces hay libros de formato grande y pequeño; de muchas hojas y también de poquitas; de edición lujosa y rústica; clásicos y primers ediciones; libros creados por un escritor y un ilustrador que trabajan a la par y libros de autores integrales. Una colección en donde no hacen falta indicadores externos de marcación de colección, ya que lo que aglutina todos los títulos es un eje conceptual definido en la complementariedad absoluta entre texto e imagen.
Por último quiero agradecerte a ti esta mirada hacia los artistas que vivimos en este Sur y contarte de nuevos libros (todos con textos propios) que no pude aún subir a la página web o que están en proceso de impresión: Todo el dinero del mundo (Buenos Aires, Ed. Sudamericana, Colección “Puercoespín”), Boca de león (Buenos Aires, E.D.B., Colección “Flecos de sol”), ¿Has visto? (Buenos Aires y Barcelona, Ed. Del Eclipse, Colección “Pequeños del Eclipse”), Cuento de no creer, La semana del gato valiente, Todo lo que es Juan (Buenos Aires, Ed. A/Z, “Serie de Istvansch”)