Un resumen de la presente entrevista salió publicado en la revista Cultura LIJ, págs. 8 y 9, Año 1, N° 1, Mayo 2009, Buenos Aires, Ed. La Bohemia.
1- ¿Qué tiene de diferente la mirada de un ilustrador frente a la mirada de un autor de texto? ¿Y que pasa con esa mirada cuando se es autor integral?
Uno es lector de la propia creación al mismo nivel de cualquier lector. Escribir, dibujar, esculpir, pintar, etc. implica hacer la propia lectura de lo que se hace. Cada quién mira desde su lenguaje. Se supone que quién escribe tiene entrenada su mirada desde la escritura y quien ilustra, desde la imagen, pero la propia mirada es tan cierta como errada, tan completa como recortada, tan amplia como parcial, porque uno es tan lector de su propia obra como cualquier lector. La posición de lector es rasa, no hay manera de escaparse de eso, y atañe también al autor frente a su obra.
Eventualmente es la propia experiencia lo que un creador (ilustrador, escritor, o lo que sea) tendrá como plus para leer su propia producción. Quiero decir, las capacidades para leer cualquier manifestación artística son innatas en todos y cada uno, al convertirse en productor, lo que uno hace es explotar esa capacidad tanto de producir como de leer lo producido.
La fortaleza de la propia lectura se encuentra en tomar posición, ahí es en donde aquella fragilidad se disuelve, la toma de posición implica un riesgo y un saber, y obliga a una defensa. Al leer no hay certezas, y el arma con que cualquier lector cuenta frente a ese vacío es su posicionamiento, un arma muy interesante porque es democrática y flexible, y permite interactuar con la lectura de los demás para reafirmarse en la posición o cambiarla.
Lo opuesto es el típico “qué lindo” como toda observación frente a una obra, así cualquier basura se vuelve ícono, pues la apreciación estética no se sustenta sin argumentos, como cuando un escritor parece maravillarse por ilustraciones que les gustan sólo por repetir lo que el texto dice, o viceversa, cuando un ilustrador parece no advertir la mediocridad de un texto a la hora de ilustrarlo.
Cada quién debe investigar, leer y mirar mucho, “cruzar” lo visto y lo leído entre sí: si como escritor siento que este texto no tiene espesor ¿cómo se traducirá esa misma sensación en una ilustración? ¿qué herramientas, qué trampas, porta una ilustración para carecer de espesor? (no hace falta ser crítico o especialista para hacerse estas preguntas, sólo basta leer a conciencia).
La mirada como autor integral tiene las mismas trampas que la de no serlo, lo dicho, las herramientas con las que un cuenta son las mismas que sirven para legitimarse y traicionarse al mismo tiempo, uno es autor de la lectura de lo que lee, y si lo que lee es la producción de uno mismo, esas legitimaciones y trampas están en constante ebullición. Creo que la lectura más pura tal vez sea la que sale del cruce de las lecturas de todos los hacedores de una obra (escritor, ilustrador, diseñador, editor, en el caso de los libros ilustrados) y los lectores, o sea, una lectura imposible, pues los lectores se multiplican y en ese multiplicarse también se multiplican las lecturas.
Ergo, lo que queda es arriesgarse y animarse a tomar posición, elegir la mirada propia, la lectura propia, para reafirmarla o hacerla maleable en su encuentro con las miradas y lecturas de los demás.
2- ¿En el proceso creativo, cómo arrancás? ¿Qué disparadores encontrás?
Generalmente empiezo por una idea de proyecto gráfico, algo que atañe al libro como integridad y que engloba texto, ilustración y diseño. Esto va más allá de que el texto sea mío o no, el proyecto gráfico es algo que me permite ver la integridad de la obra y el consumarlo tiene que ver con sentir que uno a llegado a dar en la tecla de la comunicación con el lector, un desconocido que es el interlocutor más íntimo que tenemos (valga la paradoja).
Me gusta sentir que le ofrezco al lector la mayor cantidad de oportunidades posibles de zambullirse en la obra, convidarlo a que salte del texto a la ilustración, encontrando en cada discurso cosas nuevas que antes no se habían visto, que cada discurso potencie a su par, generando finalmente la idea de que la obra no es ni texto ni imagen, sino el libro ilustrado como un todo, un territorio de cruces en el que cada lenguaje se afina y ensancha a la vez, al son de la lectura.
3- Entre los escritores, hay quienes empiezan los textos con un plan definido y quienes permiten que el desarrollo creativo los lleve. En el caso de tu proceso ¿la imagen final se va armando por construcción de formas o ya nace como una imagen predefinida de antemano, a la que luego la mano le va a ir dando forma? ¿Cómo es ese proceso de construcción? ¿Qué ingredientes tienen tus libros ilustrados?
Generalmente empiezo por una idea de proyecto de gráfico. Esto genera un texto y la noción gráfica de los personajes. Conocer a mis personajes hace que reescriba el texto y la reescritura lleva al planteo de una grilla en donde ver el desarrollo de todas las dobles páginas del libro. La grilla conduce al bocetado de las páginas, que muchas veces termina funcionando como “molde” base para la técnica de trabajo que más uso, que es el recorte de papel (ese bocetado tal vez haga que los textos sean nuevamente reescritos). Estos moldes sirven para ser calcados y volcados, fragmento a fragmento, en el reverso de la cartulina que será recortada y, casi escultóricamente, puestos uno sobre otro con una pinza de depilar. Si veo que funcionan bien, recién ahí los pego (lo que significa desarmar y volver a armar).
Cuando los originales está terminados necesito ver todo a la vez, tal vez en una maqueta que emule el soporte libro en donde pueda leer el texto a la par de las ilustraciones, dando vuelta las páginas, para comprobar que el funcionamiento del libro es armónico. Si lo entiendo, si siento que no tiene traiciones, está terminado y listo para publicarse (si pienso “acá falta tal cosa pero nadie se va a dar cuenta” eso es traición, si se me cruza ese pensamiento quiere decir que tengo que aún debo corregir cosas)
Lo primero es sentirme permeable a lo que el libro está pidiendo, algo así como una trasmutación al ser del libro. Suena pomposo pero es real, si uno se deja llevar por lo que el libro pide es seguro que se llega a buen puerto.
4- ¿Pensás en el lector?
Nada más interesante que tener en las manos un gen de algo que puede ser infinitas cosas, que no es más que eso lo que tiene un autor cuando aborda la materia a trabajar (palabras o imágenes son lo mismo para el caso)… algo moldeable que espera su forma, lo importante en este momento es no estar pensando en qué harían los demás o en qué pensarán los lectores, pues eso implicaría una traición. El momento de empezar con una obra es el de reivindicarse como sujeto apto para postular la propia lectura sobre la propia obra, una lectura única y cuestionable, rica por eso, y que generará opciones, conflictos y debates. Si al crear, un autor está pensando en qué pensará el lector, es probable que esté dejando abierta la entrada a clichés en su producción. En este sentido los clichés harán más digerible la obra, para evitar conflictos, sedar y apaciguar, o sea, mediatizar y mediocrizar una relación como es la del autor/lector, que debería estar signada por el conflicto, porque en la resolución de los conflictos de lectura es que se encuentran los sentidos más ricos. La creación verdadera es toma de posición, es brindar la posición propia para que el otro saque sus propias conclusiones. Crear es (debería ser) un espacio de riesgo.
5- ¿Cuán incorporada (o no) está la tecnología en tu proceso creativo y cómo?
Si hablamos de tecnología informática, la incidencia de ésta en mi obra es casi nula… salvo para escribir, claro, en donde sí siento que es una herramienta agilizadota, pero para dibujar no.
Todo lo que hago es en soporte papel y a mano. Este año, por ejemplo, terminé un libro muy trabajoso y lo entregué, feliz de haber terminado. En el plantado final descubrimos con la escritora y la editora que me había desbordado con las ilustraciones, eran excesivas, bloqueaban los otros discursos, era necesario corregirlas. Traté de hacerlo con el photoshop y no toleré la mecánica de trabajo… decidí hacer todo el trabajo de nuevo, íntegramente (mi tecnología es antigua, se hace de papeles, pegamento, y tijeras… éstas no dejan de ser una máquina, al fin y al cabo).
6- ¿Se puede enseñar a mirar? ¿Y a leer imágenes?
Sin ningún tipo de duda. Todos nacemos con todas las facultades como para leer, apreciar e incluso hacer TODO. Son las instituciones y la vida social lo que va frustrando esas capacidades a medida que crecemos (si yo no hubiera tenido una maestra de música que se abocara a enseñarnos sólo marchas militares entre segundo y quinto grado de la escuela primaria, tal vez no sería la nulidad que soy a nivel musical).
Creo que apelando a esa competencia innata cualquiera puede convertirse en un buen lector de imágenes.
7- ¿En esta época de predominio de la imagen, donde parece que los chicos tuvieran un entrenamiento mayor que los adultos, cuál creés que debe ser la posición del maestro frente al niño cuando leen libros ilustrados?
De mutuo aprendizaje.
Todos tenemos competencias para leer imágenes, incluso la incapacidad que puede sentir un adulto frente a un niño entrenado puede implicar un grado de competencia, decir “yo no entiendo” puede generar un espacio de reflexión en torno al porqué de ese no entender, y eso puede llevar a un intercambio de saberes entre las partes. Si es el niño el que más sabe, pues bien, que el niño sea el que eduque al adulto.
De todas maneras pienso que a esta altura del partido la pregunta encierra una trampa, pues ya no es tan así… pensemos que los actuales docentes, recibidos hace pocos años, ya son sujetos criados en el mundo de la imagen. Estamos hablando de los adultos jóvenes que nacieron en los ochenta y se criaron en una infancia de videoclips y computadoras.
Creo que la pregunta vale para el contraste generacional de los niños y la generación de cuarenta para arriba, pero gran cantidad de padres y docentes actuales son ya adultos criados en terrenos copados por la imagen y la virtualidad. En se punto la pregunta debería reformularse en si el entrenamiento que tuvieron esos adultos jóvenes en la lectura de imágenes no fue desbordado por la sobreabundancia de estímulos, si esos adultos jóvenes criados en la aldea global virtual supieron seleccionar información y digerir lo aprendido, si no se atragantaron de información, si los niños de hoy que se están criando en ese mismo mundo están sabiendo seleccionar la información. O sea, si esos adultos jóvenes ya frustrados de la quimera del mundo entero al alcance de la mano tienen las competencias como para ayudar a esos niños ilusionados con la posibilidad de tener el mundo entre las manos a no perderse, a no frustarse (tanto) en el maremagnum de información desmedida. Si entre las dos generaciones se encuentran los mecanismos para detectar cuál es el mundo propio, que desde ya no es el “todo” virtual, tan tentador como inaprensible.
Lo que ahora parece que deberíamos reflexionar es si sabemos reconocer la propia aldea, no la global, sino la cercana, para reconocer con qué saberes y herramientas uno enfrenta realmente el mundo. Desde ese lugar de saberes propios y auténticos es que se podrán abordar también los libros y las imágenes.
8- Cuando surgen duplas creativas ¿qué aporta cada uno de los autores? ¿Cuán dueños del resultado final se siente? ¿Permitís que el escritor haga sugerencias para las imágenes? ¿Realizás sugerencias sobre las palabras? ¿Trabajaste en duplas creativas con otros autores de imágenes?
Trabajar con un texto de otro autor siempre implica formar una dupla, lo que pasa es que tal vez lo que muchos lectores no sepan es que a veces los tiempos editoriales se vuelven tiranos y uno no conoce al otro. Todo debe resolverse en poco tiempo y la comunicación implicaría un tiempo que no se posee. Tal vez por eso es que casi naturalmente se me ha dado que en los últimos años casi no hice trabajos por encargo y sólo presenté proyectos en dupla con escritores con lo que sentía ganas de trabajar, como María Teresa Andruetto y Laura Devetach.
Con ellas el ida y vuelta es intenso y las reescrituras de lo que cada uno hace es natural. Ambas partes opinamos sobre el trabajo del otro y eso genera cambios que pueden ser desde radicales hasta sutiles (siempre los hay).
Acá volvemos al tema de la mirada, la riqueza de estas experiencias es el descubrir la mirada del otro y permitir que ésta modifique la obra. El resultado final tiene que ser una obra en donde texto e imagen se disuelvan y fundan, una obra de la que apropiarse, claro, de la que sentirse dueño, para lanzarla al mundo.
Istvansch (Istvan Schritter, Madrid, 1968). Ilustrador, diseñador y escritor de sus propios textos. Ha publicado libros en Argentina, México, Francia, España, Suiza, Colombia, EEUU y Corea. Fue distinguido con el Primer Premio Fantasía de Literatura Infantil, la primera mención del premio “Utopía Latinoamericana” (27º Congreso Internacional de IBBY, Colombia), el Premio Octogonal de Honor 2004 (CIELJ-RICOCHET, Francia) y, en cinco ocasiones, libros suyos fueron incluidos en la Lista de Honor de ALIJA. Fue candidato por Argentina al Premio Hans Christian Andersen 2002 y 2004 y seleccionado para exposiciones internacionales de ilustración de libros para niños de Bratislava, Bologna, Sarmede y Buenos Aires.
Es director de las colecciones “Libros-álbum del Eclipse” y “Pequeños del Eclipse” de Ediciones del Eclipse, Buenos Aires, Argentina. Coordinó espacios dedicados al libro ilustrado en TV y radio. Sus investigaciones en el campo de la ilustración lo han llevado a dar clases en todos los niveles de la enseñanza y a escribir artículos para revistas especializadas en varios países del mundo. Sus reflexiones están reunidas en el libro La otra lectura. Las ilustraciones en los libros para niños (Buenos Aires, Lugar Editorial).
Fue miembro de la Comisión Organizadora de Argentina País Invitado de Honor en la Fiera del Libro per Ragazzi de Bologna, Italia, y por lo tanto, coordinador y curador de la muestra “When cows fly…”
Algunos de sus libros: El ratón más famoso, ¿Has visto?, Avión que va, avión que llega y Detrás de él estaba su nariz (Ed. Del Eclipse, España y Argentina), Todo el dinero del mundo (Ed. Sudamericana, Argentina), Boca de león (EdeBé, Argentina), Federica aburrida y Abel regala soles (Ed SM, España y Argentina), Ideas claras de Julito enamorado (Ed. Norma, Argentina), Serie de Istvan (8 títulos, Ed. A/Z, Argentina), Trenes y La durmiente (Ed. Alfaguara).